Los recursos económicos en común de Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre.
¿Por qué aceptar depender de los ingresos de Sartre? Ella
misma nos lo explica en la “fuerza de las
cosas”
Sin duda, algunos habrán criticado el que cuando su carrera
como escritora estaba empezando, ya
había publicado La invitada (1943) y Pyrrhus
et Cinéas, un pequeño ensayo, ya había mandado a la editorial Gallimard su
otra novela, la Sangre de los otros
(1945), y tras ser liberada París, Simone dejará de trabajar dando clases,
para dedicarse de lleno a escribir, la que sería su siguiente novela Todos los hombres son mortales (1946),
por lo que sus necesidades económicas la satisfaría en ese momento Jean-Paul
Sartre, es ella la que nos indica por qué tomó esa decisión:
Esto lo escribe en la Fuerza de las Cosas, es decir, su
tercer libro de las autobiografías, y en el prólogo explica que de los dos
libros anteriores ha recibido tanto elogios como críticas. Ella considera pues,
en este pasaje la necesidad de explicar
el por qué su dependencia económica de Sartre en ese momento, para producir,
ese era su fin, al señalar “nunca me he
dirigido según principios sino según fines”, el fin era el importante, el
objetivo, crear una obra, que la harían realizarse, en la balanza pesaba más
eso, tomando en cuenta además que los recursos siempre los habían compartido
como ella misma lo señala, de hecho en las cartas entre Sartre y Simone, en
muchas ocasiones es Sartre el que le pide dinero a Simone. Para hacer una obra,
para escribir un libro, es necesario tiempo, y ella lo consumía en investigar
acerca de la época en que pretendía desarrollar su próxima obra, así que no
tenía caso perder tiempo en un trabajo, cuando ese tiempo tan valioso se podía
invertir en cosas más productivas, que
no por cuestiones de falso orgullo iba a trabajar sólo para que no la mantuviera
su pareja, ya vendrían los tiempos en que también ella aportaría, y dedicándole
tiempo a su obra llegaría con más rapidez, que si trabajaba y sólo se dedicaba
a escribir durante el tiempo que le quedara libre.
Consideró que era necesario
explicarlo, debido a que como ella misma lo señala, había aconsejado a muchas
mujeres la independencia, empezando por la económica, pero al aceptar ese
acuerdo con Sartre, ella consideraba que actuaba de manera correcta, pues estaba
invirtiendo su tiempo en algo productivo, que incluso de haber trabajado, se
habría sentido culpable, por no dedicar esa horas a lo que se había convertido
en su gran trabajo y placer: escribir, que terminarían convirtiéndose en
grandes obras, para placer de nosotros, su lectores, así que, gracias Simone,
por entender la importancia de tu trabajo, y dedicarle las horas que te demandaba.
Nos seguimos leyendo…
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