lunes, 29 de junio de 2015

Sartre. Su niñez. La transformación de un niño angelical de bucles hermosos en un niño feo y con estrabismo, relatado por él mismo.

Sartre era aquel niño de rubios bucles, su madre, Anne-Marie Schweitzer, habría querido que fuera mujer, así que, según nos relata el mismo Sartre en su libro autobiográfico Las Palabras, su madre, se las arregló para que tuviera el sexo de los ángeles, indeterminado pero femenino por los bordes. “Como era tierna, me enseñó la ternura; mi soledad hizo lo demás y me separó de los juegos violentos”.


Un día, cuando Sartre tenía 7 años, su abuelo, Charles Schweitzer,  ya no soportó más el aspecto angelical y casi femenino de su nieto, así que, le tomó de la mano y dijo que lo llevaba de paseo, pero apenas doblaron la esquina, lo metió en la peluquería y le dijo: “vamos a darle una sorpresa a tu madre”.  Relata Sartre que a él le encantaban las sorpresas, pues en su casa todo el tiempo las había, refiriéndose a los secretos y misterios que ya a su corta edad había detectado que se daban en su familia, así que miro con buenos ojos que sus bucles cayeran. Cuenta que al llegar a casa, hubo gritos, pero no abrazos, y que su madre se encerró en su habitación para llorar: habían cambiado a su niñita en niñito.

Dicho suceso marcará un cambio en la actitud del niño frente a sí mismo y frente a los demás. El nuevo corte a lo gargon hace patente la fealdad de Sartre y, sobre todo, pone al descubierto el defecto que su madre intentaba disimular con tanto cuidado entre los tirabuzones: Sartre tenía estrabismo. Sigue relatando Sartre: “mientras mis preciosos tirabuzones revoloteaban alrededor de mis orejas, ella había podido negar la evidencia de mi fealdad. Sin embargo, mi ojo derecho entraba ya en el crepúsculo. Tuvo que confesarse la verdad. También mi abuelo parecía desconcertado; le habían entregado su pequeña maravilla y él había devuelto un sapo.

Anne-Marie tuvo la bondad de ocultarme la causa de su pena…Mi público se volvía más difícil día tras día; tuve que afanarme; insistí sobre mis defectos y llegué a desafinar. Conocí las angustias de una actriz que envejece: supe que otros podían gustar.”
En cierto modo, fue la gota que colmó el vaso de una mala relación con su propio cuerpo a la que nunca había dejado de hacer referencia: “eso habría sido perfecto si me hubiera llevado bien con mi cuerpo”, “huía de mi cuerpo injustificable y de sus abúlicas confidencias, no me sentía a gusto con mi físico”.

Todavía durante un tiempo más persevera en las viejas estrategias egocéntricas que tan buen resultado le habían proporcionado hasta entonces, pero con la clara conciencia de estar resultando cada vez más patético. De hecho, se refiere a sí mismo en términos crecientemente crueles: «querubín ajado», «desecho», «mequetrefe», «alfeñique que no interesaba a nadie»...

Sólo con el tiempo, gracias a su destacada inteligencia, y a su amistad con Paul Nizan, y la complicidad y camaradería que surgiría entre ambos, le sería devuelta la seguridad en sí mismo, forjándose a partir de ahí una personalidad aplastante, que ya no le abandonaría en toda su vida.

Fuentes:
Las palabras, de Jean-Paul Sartre, y;

Amo, luego existo, los filósofos y el amor, de Manuel Cruz.

miércoles, 24 de junio de 2015

Los recursos económicos en común de Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre.

Los recursos económicos en común de Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre.

¿Por qué aceptar depender de los ingresos de Sartre? Ella misma nos lo explica en la “fuerza de las cosas”


Sin duda, algunos habrán criticado el que cuando su carrera como escritora estaba empezando,  ya había publicado  La invitada (1943) y Pyrrhus et Cinéas, un pequeño ensayo, ya había mandado a la editorial Gallimard su otra novela, la Sangre de los otros (1945), y tras ser liberada París, Simone dejará de trabajar dando clases, para dedicarse de lleno a escribir, la que sería su siguiente novela Todos los hombres son mortales (1946), por lo que sus necesidades económicas la satisfaría en ese momento Jean-Paul Sartre, es ella la que nos indica por qué tomó esa decisión:

Esto lo escribe en la Fuerza de las Cosas, es decir, su tercer libro de las autobiografías, y en el prólogo explica que de los dos libros anteriores ha recibido tanto elogios como críticas. Ella considera pues, en este pasaje  la necesidad de explicar el por qué su dependencia económica de Sartre en ese momento, para producir, ese era su fin, al señalar “nunca  me he dirigido según principios sino según fines”, el fin era el importante, el objetivo, crear una obra, que la harían realizarse, en la balanza pesaba más eso, tomando en cuenta además que los recursos siempre los habían compartido como ella misma lo señala, de hecho en las cartas entre Sartre y Simone, en muchas ocasiones es Sartre el que le pide dinero a Simone. Para hacer una obra, para escribir un libro, es necesario tiempo, y ella lo consumía en investigar acerca de la época en que pretendía desarrollar su próxima obra, así que no tenía caso perder tiempo en un trabajo, cuando ese tiempo tan valioso se podía invertir en cosas más productivas,  que no por cuestiones de falso orgullo iba a trabajar sólo para que no la mantuviera su pareja, ya vendrían los tiempos en que también ella aportaría, y dedicándole tiempo a su obra llegaría con más rapidez, que si trabajaba y sólo se dedicaba a escribir durante el tiempo que le quedara libre.

Consideró que era necesario explicarlo, debido a que como ella misma lo señala, había aconsejado a muchas mujeres la independencia, empezando por la económica, pero al aceptar ese acuerdo con Sartre, ella consideraba que actuaba de manera correcta, pues estaba invirtiendo su tiempo en algo productivo, que incluso de haber trabajado, se habría sentido culpable, por no dedicar esa horas a lo que se había convertido en su gran trabajo y placer: escribir, que terminarían convirtiéndose en grandes obras, para placer de nosotros, su lectores, así que, gracias Simone, por entender la importancia de tu trabajo, y dedicarle las horas que te demandaba.
Nos seguimos leyendo…